La necesidad de luchar ha acompañado al ser humano desde el comienzo de los tiempos. Nuestros antepasados de cada rincón del mundo desarrollaron distintos métodos para mejorar sus capacidades de lucha, con el fin de poder competir por los recursos y garantizar su supervivencia. Esto ha dado lugar a una gran cantidad de artes marciales (en el sentido amplio del término), cada una con su enfoque de entrenamiento y sus peculiaridades técnicas.
El entrenamiento y las técnicas primigenias de las distintas artes marciales surgen del contexto en el que se desarrollan. Son factores como los atributos físicos característicos de los individuos, los retos a los que debían enfrentarse, los recursos de los que disponían para fabricar equipo y armamento o sus creencias, entre otros muchos. Contextos muy distintos han creado artes marciales muy distintas, pero hay algo a lo que todos los humanos estamos sujetos y hace que comunidades totalmente distintas separadas por miles de kilómetros lleguen a una misma conclusión marcial, aunque luego no la apliquen o la expliquen exactamente de la misma forma.
Todos los seres humanos estamos sujetos a las leyes de la física y aunque cada comunidad y cada individuo tenga características corporales distintas, los principios biomecánicos son los mismos para todos. Da igual que seas un monje shaolin del siglo XIV que un agente del Mossad experto en krav magá: la energía de un golpe siempre dependerá de la velocidad (al cuadrado) y de la masa, necesitarás un buen punto de apoyo para hacer una buena palanca y si lanzas un golpe circular este siempre tendrá más velocidad en el extremo distal.
Nuestros artículos sobre técnica y entrenamiento de artes marciales se centran precisamente en los aspectos que nos atañen a todos, con independencia del arte marcial, deporte o sistema de combate que se practique. En los siguientes párrafos tienes más información sobre el entrenamiento de artes marciales, su evolución técnica y el enfoque que le damos a los artículos que publicamos en esta sección. Puedes seguir leyendo si te interesa el tema o ir directamente al listado completo de artículos sobre entrenamiento y técnica.
De dónde surgen las diferentes técnicas y entrenamientos de las artes marciales
Son muchas las personas que solo consideran como artes marciales aquellas venidas de oriente. Algunos incluso se ponen bastante más restrictivos pidiendo, por ejemplo, la existencia de rasgos filosóficos, culturales y un pedigrí histórico inapelable. La definición de la real academia española parte de este sentido "Conjunto de antiguas técnicas de lucha de Extremo Oriente, (...)" pero termina de una forma que irrita a muchos de los practicantes actuales "(...) que hoy se practican como deporte." No menciona nada de filosofía, tradición o cultura y encima lo vincula exclusivamente a la práctica deportiva, un tema súper polémico.
Nosotros usamos el término arte marcial en un sentido amplio, sin ceñirnos a su origen oriental o a la antigüedad de su creación. Lo cierto es que la palabra marcial es un término profundamente occidental, pues proviene del dios romano de la guerra: Marte. Por otro lado, aunque estilos marciales con un enorme número de practicantes como el judo, el kárate, el aikido o el taekwondo, puedan trazar sus orígenes muy atrás en el tiempo, su creación es bastante reciente. Concretamente:
- Jigoro Kano creó el judo en 1882.
- Gichin Funakoshi, considerado el padre del kárate, murió en 1957.
- El taekwondo fue creado por Choi Hong Hi en 1954.
- Morihei Ueshiba adopta oficialmente el nombre de aikido para su arte marcial en 1942.
Las artes marciales cómo artes de guerra son comunes a todo el globo, nacieron con unas características concretas y fueron evolucionando. La pura necesidad hace que cada arte marcial nazca con características técnicas distintas. Las características físicas de un guerrero vikingo poco tendrían que ver con las de un guerrero chino contemporáneo. Mientras que en España se construían espadas para practicar la Verdadera Destreza con el noble acero toledano, los practicantes de Lua en Hawaii fabricaban sus armas con madera y huesos de animales. Resulta evidente que los métodos de entrenamiento y las técnicas deben adaptarse a estas circunstancias y como tal presentar diferencias considerables.
Forzosamente, todas las artes marciales que eran empleadas como medio de defensa o sometimiento tuvieron que evolucionar para adaptarse a nuevas circunstancias, desde contactos con otras civilizaciones hasta influencia religiosa. Algunos casos destacables son:
- El arnis o eskrima de filipinas es un ejemplo clave de arte marcial influido a lo largo del tiempo por varias disciplinas marciales orientales y occidentales, destacando la esgrima española.
- El engolo, arte marcial desarrollado en la actual Angola parece ser el origen de la Capoeira, disciplina que fue practicada durante siglos por los esclavos brasileños. Esta fue prohibida expresamente en 1890 y empezó a ser rescatada en 1920.
- En China, la observación de las estrategias de supervivencia de los animales de su entorno llevó a la creación de estilos de artes marciales imitativos.
- Los samuráis japoneses adaptaron equipo europeo viendo las ventajas de sus armaduras.
En esta evolución algunas artes marciales han rozado e incluso alcanzado la desaparición, por ejemplo, por considerarse obsoletas. Este hecho ha sido la tónica general en occidente, donde la evolución en el armamento y técnicas de combate ha hecho que muchas de nuestras artes marciales se transformaran en deportes o quedaran relegadas a la biblioteca. En oriente se ha puesto mayor empeño en la conservación de las artes marciales, por el sentido cultural y filosófico que allí se las dotó y todavía conservan. Son muchas las personas que han trabajado y continúan haciéndolo para rescatar las artes marciales occidentales en base a tratados, manuscritos e investigación etnográfica. En España el rescate de la Verdadera Destreza (esgrima) o de los métodos de lucha canarios son dos ejemplos notables.
Diferencias entre arte marcial y deporte ¿Son incompatibles?
Muchos artistas marciales denostan la práctica deportiva. Consideran que el deporte limita el conocimiento de las artes marciales y las degenera para adecuarse a un reglamento, olvidándose de aspectos como la defensa personal o la cultura marcial. Siguiendo este razonamiento indican que el deporte contribuye a la desaparición de determinadas técnicas y métodos de entrenamiento tradicionales. Aunque estos postulados tienen su parte de razón yo estoy lejos de respaldarlos.
Para empezar, la práctica deportiva y los combates acogidos a determinadas reglas, incluyendo el uso de protecciones para tratar de garantizar la integridad física de los practicantes; forman parte de la tradición marcial. Tenemos evidencias del uso de guantes para boxear que datan de milenios antes de Cristo, los púgiles del Antiguo Egipto tenían ya por costumbre emplear un guante primitivo que cubría desde el puño hasta el codo. La práctica del pancracio en la antigua Grecia no desfavorecía para nada las aptitudes guerreras de sus practicantes. Al contrario, existen casos documentados de grandes soldados que lo practicaban, ya fuera dentro de las filas griegas o contratados por otros ejércitos, como el romano.
Los combates reglados son algo propio de cualquier arte marcial, después de todo, es necesario encontrar una fórmula donde los practicantes puedan ponerse a prueba minimizando el riesgo de qué uno o ambos terminen con lesiones de consideración. La práctica deportiva, con sus limitaciones, es un excelente campo de pruebas y entrenamiento para muchos aspectos de las artes marciales.
No se puede obviar que el deporte ha realizado importantes aportaciones (y lo sigue haciendo) a las artes marciales. La investigación científica desarrollada tanto en el ámbito deportivo de las artes marciales como para otros deportes, ha contribuido significativamente a la mejora de los entrenamientos y a comprender el funcionamiento biomecánico de las técnicas. De esta forma, por ejemplo, se ha mejorado la enseñanza de las artes marciales y su adecuación a las características de los practicantes. Muchos maestros han adoptado técnicas de entrenamiento modernas cómo puede ser el entrenamiento en intervalos de alta intensidad (HIIT). Otro ejemplo curioso es como las primeras protecciones modernas empleadas por los artistas marciales japoneses se adoptaron de los practicantes de béisbol.
Resulta igualmente evidente que la práctica deportiva ha dado a conocer y atraído a muchísimas personas a las artes marciales, introduciéndoles tanto en su faceta deportiva como tradicional. Los valores deportivos del olimpismo se acercan mucho e incluso coinciden con los valores que promulgan determinados artes marciales tradicionales. Otra cosa es qué los deportistas o los practicantes de artes marciales cumplan efectivamente con los valores que se supone deberían seguir.
Si se entienden las limitaciones y la utilidad de la práctica deportiva, esta no tiene que ser ningún impedimento para la práctica completa de un arte marcial. Por lo contrario, resultará de gran ayuda. Tampoco creo que los que no estamos centrados en la faceta deportiva de las artes marciales, podamos atribuirnos una superioridad moral, para denostar a aquellas personas que libremente eligen quedarse en exclusiva con la parte deportiva. En mi opinión, el verdadero problema ocurre cuando los practicantes deportivos piensan que están entrenando un arte marcial completo y realmente solo conocen la parte deportiva. Es en este punto cuando el arte marcial sí corre riesgo de degenerarse.
El entrenamiento tradicional en artes marciales y la llegada de la ciencia moderna
El entrenamiento tradicional de las artes marciales está basado en los conocimientos que los antiguos artistas marciales fueron extrayendo de su experiencia. Al ser conocimientos basados en experiencias reales, podemos llegar a pensar equivocadamente, que su utilidad y su eficacia quedan inmediatamente demostradas y que los conocimientos extraídos son inamovibles.
Las tradiciones marciales encierran grandes tesoros, pero se debe ser sumamente cuidadoso al desenterrarlos. Muchos vendehúmos distorsionan las tradiciones, las sacan de contexto o directamente se las inventan, para justificar aquello que quieren conseguir. Una tradición que provenga de hace 1000 años debe ser puesta en contexto y analizada para entender su aplicación en la actualidad.
Recurrir a la tradición es una de las falacias dialécticas más comunes. Que una tradición sea milenaria no prueba que sea el acercamiento más adecuado o que siga siendo válida cuando el contexto cambia después de todos esos milenios.
Muchas artes marciales orientales emplean explicaciones filosóficas para demostrar la utilidad de determinadas técnicas o formas de entrenar. Si bien en la práctica el resultado es válido la explicación no refleja la realidad científica. Un ejemplo de esto es la explicación que desde las artes marciales orientales se le da a las respiraciones bruscas y los gritos al golpear, como en el Kiai. Existen numerosos artículos científicos demostrando que es beneficioso emplear técnicas como el Kiai para golpear.
Las artes marciales tradicionales suelen otorgar a estas técnicas de respiración y gritos para golpear un significado espiritual que va más allá de lo biomecánico. Igualmente, sus explicaciones se desarrollan entre lo filosófico y lo místico. Explicaciones mucho más bonitas que la científica ¡todo hay que decirlo! El problema de no entender realmente porqué funciona algo, es que puedes acabar llegando a conclusiones bastante absurdas, partiendo de algo que efectivamente era cierto y pensar que tu conclusión necesariamente es irrefutable.
No se puede garantizar que todas las conclusiones extraídas de la experiencia de los antiguos maestros sean ciertas. Menos aún las que se infieren a nivel filosófico o teórico, a partir de estas antiguas experiencias. Las artes marciales, su entrenamiento y sus técnicas están sujetos a la evolución, en sintonía con los cambios que va experimentando nuestro mundo.
En la actualidad el entrenamiento de artes marciales puede estar enfocado a distintos aspectos como la defensa personal, la salud, la labor policial, la práctica deportiva, la faceta cultural, la espiritual o la propia guerra. De esta especialización han surgido lo que comúnmente se denominan como "sistemas de" (defensa personal, combate) o "deportes de" (lucha, contacto).
A mi juicio, la aplicación de la ciencia a las artes marciales es el factor que actualmente está incidiendo más en su evolución. Cuando me refiero a la ciencia lo hago en un sentido amplio que va más allá de la física y la biomecánica. Hay muchas disciplinas que pueden contribuir, como los estudios etnográficos que mencioné anteriormente o la ingeniería para desarrollar nuevos equipos de entrenamiento.
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