Este artículo viene motivado por la discusión que generó el de la pasada semana Cómo y de qué te protegen las protecciones para artes marciales y deportes de combate. Un número considerable de personas en redes sociales se mostraron radicalmente en contra del uso de protecciones, llegando a considerar que no debían emplearse nunca y que su uso era perjudicial.

Como es habitual, había mucha respuesta trol y mucha gente mal informada, pero he de decir que algunas respuestas me han resultado francamente preocupantes, dado que parecen provenir de entrenadores en activo. Lamentablemente, creo que la mayoría de estos malentendidos están provocados por gente que no sabe emplear protecciones ni aparatos de golpeo para su entrenamiento.

Esto me ha motivado a preparar nuevos artículos para refutar los argumentos que he visto circular y arrojar algo de luz sobre el entrenamiento con protecciones. De entre los argumentos que me he encontrado empezaré refutando el de «el uso de protecciones no es tradicional». Vincular el entrenamiento tradicional a entrenar sin protecciones es un error bastante grave, porque además del desconocimiento técnico denota desconocimiento histórico. Por un lado, existen pruebas del uso de protecciones para entrenar desde épocas muy antiguas. Por otro, entender que lo tradicional siempre es lo mejor y lo más correcto es negar la capacidad de evolucionar y mejorar del ser humano.

Que conste que no estoy atacando ni negando la utilidad de las tradiciones. De hecho, para evolucionar hay que partir de una base anterior. Pero en todos los campos se pueden encontrar prácticas tradicionales que se asumían como correctas y que posteriormente se ha demostrado que no eran las más adecuadas, o que directamente eran perjudiciales.

¿Qué significa tradicional?

Según la Real Academia Española, algo tradicional es «aquello que sigue las ideas, normas o costumbres del pasado», pero el concepto que cada uno tiene en su cabeza sobre qué es tradicional es bastante difuso. Existen evidencias de la práctica del boxeo en Egipto entorno al 3000 a. C. y las primeras evidencias del uso de protecciones en su práctica las encontramos en un fresco de entorno al 1500 a. C. (la imagen de cabecera del presente artículo) donde se puede apreciar a dos jóvenes minoicos practicando un primitivo boxeo con protecciones en sus manos.

La obra donde con mayor claridad se pueden apreciar los guantes empleados por los boxeadores griegos es la estatua conocida como el Púgil en reposo o Púgil de las termas, una escultura de bronce de 1.20 metros de altura encontrada en las termas de Constantino (Roma) y enmarcada en el siglo IV a. C.

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El campeón de boxeo Jack Broughton (1703-1789) es considerado como el padre del boxeo moderno por elaborar el primer conjunto de reglas para peleas a puño descubierto, pero también fue el inventor del guante de boxeo moderno (1734). Estos guantes eran utilizados por los alumnos de su academia para protegerles de «el inconveniente de los ojos negros, las mandíbulas rotas y los sangrados por la nariz». Las reglas del boxeo fueron cambiando, afectando también al uso de protecciones. Durante los siglos XVIII y XIX las peleas de boxeo se realizaban habitualmente a puño desnudo, pero como ya he indicado, anteriormente se hacían con guantes. ¿Entonces lo tradicional era llevar protecciones y lo moderno no llevarlas? ¿Y por qué aunque no pudieran emplearlos en combate sí que los usaban para entrenar?

Una cuestión de lógica para la supervivencia y preparación de guerreros y luchadores

En el artículo me baso en tres ejemplos para demostrar la antigüedad y tradición del uso de protecciones para entrenar artes marciales. Si alguien quiere contribuir con algún ejemplo adicional puede contactar conmigo o incluirlo en los comentarios. En cualquier caso, antes de pasar a las pruebas gráficas y ejemplos concretos, quiero recalcar que este hecho es una pura cuestión de lógica para la supervivencia de guerreros y luchadores.

Pasar de la niñez ya era todo un reto en épocas antiguas. Arriesgarse a perder a un miembro de la comunidad en un entrenamiento no parece una buena estrategia de supervivencia, ni individual ni colectiva. Hasta hace bien poco (históricamente hablando) la rotura de un miembro o una herida infectada, podía fácilmente llevar a cualquiera a la muerte, y por desgracia en algunas zonas de nuestro mundo todavía sigue siendo así. Por esta misma razón aparecieron las armas de aprendizaje que empleaban materiales como la madera (existiendo versiones con acolchamientos) o las armas negras (metálicas, pero sin filo y sin punta), entre otras.

Ya fuera con sus extremidades o mediante el uso de un arma, si un guerrero o un luchador quería entrenar golpeando a plena potencia como en un combate real, evitando el riesgo de que alguien sufriera daños, no había otra alternativa que emplear protecciones. Estos antiguos guerreros ya disponían de protecciones para entrenar, básicamente las mismas que empleaban para ir a combatir (o modificaciones de estas), y podían usarlas tanto en compañeros de entrenamiento como en aparatos similares al estafermo que se puede ver en la siguiente fotografía.

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Un elemento de golpeo también es una protección para entrenar

Golpear a un saco es golpear a una protección. Emplear elementos de golpeo es una forma de protegerse cuando se está entrenando: dar una patada a plena potencia contra un saco es mucho más agradable y seguro que impactar contra una rodilla humana. Los sacos de golpeo, así como otros elementos (típicamente postes) rodeados de un material que proporcionaba acolchamiento han sido empleados desde antaño por luchadores de todos los rincones del mundo.

Por ejemplo, en el kung-fu encontramos una amplia variedad de elementos de golpeo, desde simples sacos de pared, hasta muy sofisticados muñecos de entrenamiento. Si se colocan unos cuantos sacos al compañero de entrenamiento se tendrá un saco humano o un muñeco de entrenamiento que se mueve, lo cual abre un gran número de posibilidades para mejorar el entrenamiento. En las siguientes fotos se muestran dos tipos de muñecos de entrenamiento tradicionalmente empleados en kung-fu.

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Yendo un poco más allá, el propio tatami es una protección para entrenar que permite trabajar con mayor realismo impidiendo lesiones gracias al amortiguamiento de la caída. Los rollos de tatami tradicional se pueden emplear tanto para la práctica de corte (tameshigiri) como a modo de saco para practicar técnicas de golpeo. Las planchas actuales también pueden ser fácilmente recicladas para elaborar golpeadores. Aunque los materiales y diseños hayan ido evolucionando, el uso de protecciones de este tipo tiene una larga tradición.

Boxeadores en la Grecia clásica

Los boxeadores de la Grecia clásica empleaban los himantes, unas protecciones elaboradas con tiras de piel de vaca para proteger sus manos. Entorno al 400 a. C. aparecen modelos que incluyen un acolchamiento en la parte interior. Posteriormente se encuentran modelos formados por unas gruesas cintas de cuero que además de proteger las manos y muñecas contaban con refuerzos de cuero en los nudillos, cubrían los antebrazos e incluían una banda de lana que permitía secarse el sudor.

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La imagen anterior muestra el fragmento de un ánfora panatenaica, de entorno al 336 a. C., en la que se observa claramente dos boxeadores portando unos guantes elaborados por tiras que cubren el antebrazo.

Los antiguos griegos también empleaban elementos de golpeo en su práctica. Entre ellos, destaca el korikos o córico, un saco al que golpeaban los boxeadores, que habitualmente estaban rellenos de tierra, mijo o harina.

Del muay boran al thai boxing

Los ancestrales boxeadores tailandeses empleaban una protección para sus manos conocida como Kard Chuek, formada por cuerdas que cubrían la mano, muñeca y el antebrazo, existiendo distintos modelos y formas de atar. La protección se centraba en el portador, siendo útil tanto para proteger su mano y fijar su muñeca para impedir que se lesionara golpeando, como para cubrirse de los golpes del contrario. Además de los guantes, también se conoce el uso de distintos elementos para proteger los genitales.

Recibir un golpe con uno de estos guantes primitivos podía no suponer ningún alivio respecto a un puño desnudo. Si bien este vendaje podría amortiguar un poco el impacto y evitar fracturas, también facilitaba los cortes provocados por los nudos. De hecho, existían formas de anudar y endurecer la cuerda que incrementaban considerablemente su letalidad. Hoy en día se siguen realizando combates que emplean vendajes de este tipo, añadiendo acolchamiento y empleando un anudado y cordel menos propenso a realizar cortes.

Vídeo

Otro elemento, muy popularizado en las películas, que empleaban (y emplean) estos artistas marciales para el entrenamiento del golpeo eran las plantas de plátano. El plátano (o banano) no es un árbol sino una hierba perenne de gran tamaño que carece de verdadero tronco, su estructura se forma a partir de seudotallos, de hasta 30 cm de diámetro basal que no son leñosos. Precisamente debido a su estructura más suave y acolchada fueron elegidos como elementos para golpear. Con esto no digo ni mucho menos que sea fácil partir un banano a patadas, pero sí que supieron elegir un material adecuado. Además, una vez derribada la planta sus restos podían ser empleados para envolver los brazos y piernas de los luchadores a modo de protección, lo que según algunas fuentes constituye el origen de las almohadillas de thai. Los cortes de sus troncos también pueden ser colgados a modo de saco. En la foto podéis ver unos cortes interiores de esta planta, ya limpios y preparados para su venta en un mercado, puesto que son comestibles.

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Entrados la década de 1920 las protecciones tradicionales comienzan a ser sustituidas por elementos más modernos, los kard chuek son sustituidos por guantes de boxeo y se adopta la coquilla metálica como protección de los genitales. Concretamente, en 1926 kru Chua Chaksurak tuvo que emplear guantes para realizar una exhibición en Sídney (Australia) y tras esta experiencia pasó a ser un fuerte defensor de su adopción y contribuyó al desarrollo competitivo moderno del muay thai en base a las reglas del marqués de Queensberry (1867) creadas para el boxeo. Los practicantes de este arte marcial hacen un uso extensivo de protecciones, aunque luego salgan al cuadrilátero solo con guantes (sin espinilleras ni peto, entre otros) o aunque vayan a disputar un combate con kard chuek. Este hecho rompe con otros mitos asociados al uso de protecciones sobre los que hablaré en futuros artículos y por eso lo he elegido como uno de los ejemplos a destacar.

Kárate tradicional

Incluyo el kárate como el ejemplo final precisamente para profundizar en el uso un tanto confuso de la atribución de tradicionalidad. Como punto de partida debemos considerar que tanto el kárate, como el yudo, el aikido o el kendo (entre otros) son gendai budō, que en japonés significa 'artes marciales modernas'. Las artes marciales antiguas o clásicas japonesas se denominan koryū budō.

Para hacerse una mejor idea de la modernidad del kárate hay que pensar en que el padre de este gendai budō, Gichin Funakoshi, nace en 1868. O sea,un año antes de la instauración en el boxeo de las reglas del marqués de Queensberry que obligan a emplear los guantes en combate. El término kárate, como tal, es un gran desconocido hasta bien entrados la década de 1920, coincidiendo como he mostrado con la adopción de nuevas protecciones en el muay thai. El primer libro de Funakoshi publicado en 1922 tiene como título Tō-te Ryūkyū Kenpō, y en 1925 publica Rentan Goshin Karatejutsu.

Funakoshi empleó y popularizó el uso del makiwara como elemento de golpeo, pero estaba centrado en el desarrollo del kata (formas) y prestó poca atención al kumite (combate/sparring). Esto le llevó a situaciones como su renuncia a shihan de la Universidad Imperial Tokio en 1929. Las siguientes fotografías muestran a Funakoshi entrenando con un makiwara y a dos karatekas practicando kumite con protecciones en la Universidad Imperial de Tokio en 1929.

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Se conoce que Yabu Kentsū (1866–1937) introdujo la práctica del kumite con protecciones en la Escuela Normal de la prefectura de Okinawa. Las protecciones para la práctica de kumite en kárate, reciben el mismo nombre que las empleadas para la práctica del kendo (heredero del kenjutsu): bōgu. En las fotografías se aprecian protecciones que parecen directamente aprovechadas de un bōgu de kendo, pero también hay otras que son muy similares a las que empleaban los receptores de béisbol de la época.

En las siguientes fotografías podemos ver a Mabuni Kenwa (1889-1952) y a Taira Shinken (1897–1970) equipados con Bōgu. Maestros como Miyagi Chōjun (1888–1953), Motobu Chōki (1870-1944) o Sawayama Muneomi (1906–1977), entre otros, también emplearon protecciones para la práctica del kárate. Justo debajo de las fotografías de los maestros, se muestra una ilustración con la equipación típica de un receptor de béisbol en los años 1920.

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Conclusión

Los elementos de protección han ido evolucionando con la aparición de nuevas tecnologías y materiales, pero las evidencias históricas demuestran que el uso de protecciones para el entrenamiento de las artes marciales debe ser considerado como un elemento tradicional.

Esto no quiere decir que solo se entrenara con protecciones, sino que eran uno de los elementos considerados para el entrenamiento. Generalmente estos elementos eran empleados cuando se quería trabajar a plena potencia o para endurecimiento. En este caso, se solía recurrir al golpeo progresivo de golpeadores elaborados con distintos tipos de materiales, como en el entrenamiento de la palma de hierro del kung-fu.