Una técnica bastante sencilla para tomar una decisión es analizar las ventajas y los inconvenientes de cada opción, o visto de otra forma el coste y el beneficio. Seguro que en algún momento de tu vida habrás dibujado las típicas dos columnas para plantearte lo que te conviene escoger. Este principio tan simple es también usado por los delincuentes (al menos por los que están razonablemente cuerdos) cuando elijen a su víctima. Desde mi punto de vista, aplicar este modelo es un principio básico en defensa personal y una forma muy sencilla de velar por tu seguridad y la de los que te rodean.
Cuando alguien quiere hacer el mal tanto el coste como el beneficio son potenciales y en muchas ocasiones excluyentes: si va bien todo es beneficio y si va mal todo es coste. Para que se entienda, que un atracador de un tirón a un bolso no tiene coste en sí mismo, lo que hay es un riesgo de que falle y consecuentemente pague el coste. En estas circunstancias se podría hablar de riesgo frente a oportunidad en lugar de coste frente a beneficio, pero no tiene sentido liarse ahora con términos técnicos.
Ponerte en la mentalidad del agresor y razonar qué considera este como un coste o un beneficio y hasta qué punto está dispuesto a asumir un riesgo, puede resultar complicado. En la aplicación más básica, el delincuente analiza el valor económico de lo que va a conseguir contra la dificultad y los problemas que le podría acarrear realizar la acción delictiva, como la capacidad de resistencia de la víctima o las consecuencias legales que le podría acarrear.
Esto sería la base del modelo, pero hay circunstancias que hacen que su aplicación no sea tan simple, como por ejemplo:
- Los efectos de alcohol y de las drogas pueden alterar la percepción del agresor sobre el coste y el beneficio de realizar una acción.
- Que evite hurtar objetos de mayor valor a determinadas cantidades económicas por las repercusiones penales que les podría traer. Por ejemplo, en España el delito de hurto es a partir de 400 euros, y menos de eso es una falta.
- Otras motivaciones como la percepción de un reto, por venganza, orgullo, dominación, etc; las cuales el agresor pondría en la columna de beneficio.
Cómo llevar el bolso para evitar un tirón
El entorno en el que te encuentres, tu aspecto físico y la capacidad de resistirte que el agresor juzgue que podrías tener para repeler la agresión juegan un papel esencial. Si llevas ropa que dificulta tu movilidad, estás distraído o solo, parecerás un objetivo más fácil, lo cual es válido aunque no lleves un bolso.
Para el caso concreto de evitar un tirón uno de los primeros factores a tener en cuenta que inclinarían la balanza de coste – beneficio y podrían convertirte (a ojos del delincuente) en una víctima más apetecible sería el aspecto de tu bolso. Si asoma o se aprecia contenido interesante o si el delincuente ha visto que se introducía algo, al salir de una tienda o un cajero, esto llamará inevitablemente la atención del delincuente.
El segundo factor clave estaría relacionado con la forma que tienes de llevar tu bolso. Si el bolso se lleva de manera que esté poco sujeto y además permita fácilmente la huida del delincuente, estaremos facilitando que nos elijan como víctima. Llevar el bolso en el lado de la pared, evitar que esté próximo a la carretera e intentar que esté a tu vista en lugar de a tu espalda son pautas esenciales. En cuanto a la sujeción que dispone tu bolso, las asas largas favorecen el tirón, pero también dependerá de los materiales y estructura del asa que pueden facilitar su rotura.
Portar el bolso cruzado en lugar de colgando de un hombro como se ve en la ilustración puede hacer más difícil el tirón, dado que implicaría un mayor grado de violencia por parte del delincuente para conseguir su objetivo. Pero en determinadas circunstancias y zonas del mundo hay delincuentes que no dudan en arrastrar a la víctima (incluso desde un coche o moto) si creen que el contenido les merece la pena y poniendo en riesgo tu integridad física. Por este mismo motivo, si llevas una mochila en un lugar peligroso, es mejor colgártela al reves y no llevarla en la espalda, lo cual además te permitirá ver lo que está pasando.
Me gustaría recalcar que en este artículo estoy hablando de prevención, no de reacción. Existen formas de coger un bolso que enfocadas a realizar técnicas de defensa personal si sufres un tirón, como la que muestra Eva en la ilustración, pero para que sirvan de algo este tipo de maneras de portar el bolso, hacen falta tener conocimientos de pelea o lucha, haber entrenado (mucho) y tener capacidad de reacción ante una agresión real. Por el contrario, los aspectos de prevención para evitar un tirón del bolso que aparecen en este artículo, son de utilidad para cualquier persona.
En cualquier caso, que quede muy claro, si te agreden siempre es culpa del agresor, tú deberías poder ir por cualquier calle con la ropa que prefieras y el bolso rebosando de billetes a cualquier hora y por cualquier barrio. Lamentablemente, hoy por hoy, esto no es posible y debemos ser conscientes de ello si queremos evitar situaciones peligrosas.