Para el gran público, el cine marcial es sencillamente eso, cine de artes marciales o directamente de acción. Pero si le prestas un poco de atención, después de haber visto unas cuantas películas, seguramente te darás cuenta de las enormes diferencias que pueden existir dentro del género. En este artículo, que escribimos mano a mano con el experto en cine de artes marciales Iván Fernández, te mostramos una clasificación que te ayudará a entender este género de cine.

Clasificar es una tarea bastante compleja y en el mundo del cine, las películas no son de un solo color. Una misma película puede tener acción, comedia y romance. La pretensión de este artículo no es académica ni purista, simplemente pretende acercar al gran público el cine de artes marciales y sus variantes de mayor éxito.

En muchos medios podéis encontraros con la clasificación del cine de artes marciales vinculando directamente a un país con el arte marcial utilizado. Esto puede crear confusión, por ejemplo, el kung-fu puede usarse tanto en el cine chino como en occidente o en otros países asiáticos como Tailandia.

Una cosa es el origen de un tipo de cine y otra que sólo se produzca en ese país o región. Por ejemplo, hoy en día, podemos encontrar películas de acción marcial producidas en China muy próximas a las originadas en Hollywood . Por eso, en la clasificación que te presentamos a continuación hablamos de origen.

Cine de artes marciales de origen asiático

Las artes marciales han estado presentes desde hace siglos en la literatura y en las representaciones teatrales de gran parte de Asia, así que era natural que el origen del cine de artes marciales aconteciera en este continente.Existe un nexo claro entre las diferentes cinematografías y el papel de las artes marciales en el teatro, como la ópera china o el kabuki, nôh o bunraku japoneses.

Me atrevería a decir que la gran mayoría de las representaciones teatrales, así como poemas, relatos y demás obras culturales de artes marciales de amplia difusión popular, han terminado teniendo su versión cinematográfica. Algunas como Mulán han tenido unas cuantas versiones cinematográficas.

Cine marcial en China

Sin lugar a dudas, el cine chino valiéndose del uso del kung-fu es uno de los más reconocidos y el que lideró originalmente el cine marcial. Dentro del cine de kung-fu encontramos historias de venganzas, de clanes enfrentados, de monjes shaolin y malvados invasores manchúes, todo entremezclado en guiones con peleas sangrientas y un uso y a veces abuso de cables para esas escenas donde los actores dan saltos kilométricos y realizan increíbles piruetas. Se podría decir que es el tipo de cine marcial más reconocido en el mundo y el que más ha influido o directamente se ha replicado en otros países.

Pero China es muy grande y el término kung-fu hace referencia a cualquier arte marcial del país. Por ello, dentro de este tipo de cine nos encontramos con diversas formas de lucha, con o sin armas, con o sin cables y con distintos grados de realismo tanto en los combates como en el propio contexto de la película. También es cierto que la mayor parte de películas marciales de origen chino son herederas de la Ópera China y las enseñanzas marciales que recibían sus actores, fomentando un kung-fu peliculero muy característico.

Una temática muy repetida en el cine chino se refiere a los manchúes, etnia que gobernaría China en varias ocasiones, sobre todo entre 1636 y 1912 formando la dinastía Qing. Estos son considerados invasores, nutriendo tanto el cine como la literatura china de historias donde los oprimidos chinos debían enfrentarse a ellos, protagonizadas por rebeldes luchadores o monjes saolines.

Wuxia

El género más extendido es el wuxia, que significaría grosso modo 'héroes marciales', aunque en ocasiones se ha traducido como espadachines. Surgió en la literatura china, evolucionando del término youxia, historias sobre caballeros andantes chinos, héroes expertos en lucha que vagaban por China desfaciendo entuertos en novelas y escritos datados hace 300 años antes de Cristo. Este tipo de historias tuvieron su auge en la dinastía Tang (618-907 d. C.), pero fue en la dinastía Ming (1368-1644 d. C.) cuando aparecieron los títulos más míticos.

Fue en el siglo XX cuando volvió con fuerza este género tras el Movimiento del Cuatro de Mayo en 1919, usando la figura de los caballeros como símbolo de libertad que se regían por los principios confucionistas. Esto provocó que, con el comienzo del cine en China, apareciesen numerosos títulos de cine mudo que adaptaban sucesos novelescos como El templo del loto rojo en llamas (火烧红莲寺, The Burning of the Red Lotus Temple) de (1928) o Heroína roja (紅俠,

Red Heroine) de 1929.

Muchas de las películas surgidas en estos años adaptaban libremente las novelas originales, usando prolíficamente los cables para las escenas de lucha y añadiendo elementos fantásticos en ellas, como en la mencionada aventura de la heroína roja, un melodrama de varias entregas sobre malvados soldados atacando lugareños, y surgiendo héroes como la protagonista, que aparece volando. Mostraban más bien las invasiones que ha sufrido China, y patrióticos héroes luchaban contra los opresores.

Dentro del mundo del wuxia tenemos un concepto denominado jianghu, literalmente 'ríos y lagos', una especie de submundo dentro del nuestro poblado de estos héroes míticos, de renegados de la sociedad como luchadores, mendigos o vagabundos. Un mundo marcial con novelas como la saga de los Héroes Cóndor, una trilogía compuesta por The Legend of the Condor Heroes, The Return of the Condor Heroes y The Heaven Sword and Dragon Saber, de Louis Cha, que han propiciado numerosas adaptaciones tanto en cine como en televisión, sin olvidar cómics e incluso videojuegos.

La primera novela tuvo series en 1976, 1984, 1994, 2003, 2008 o 2017 y las películas Story of Vulture Conqueror (1958) y la trilogía de The Brave Archer (1977, 1978 y 1981) El segundo libro contó con sendas versiones televisivas en 1983, 1995, 1998, 2006 o 2014 y películas como The Great Heroes (1960) o Little Dragon Maiden (1983), mientras que el tercer volumen contó con las series de 1978, 1984, 1986, 1994, 2000, 2003, 2009 y 2019 y las películas Heaven Sword and Dragon Sabre (1978) o The Evil Master (1993), con Jet Li y que ha tenido un remake recientemente con New kung-fu Cult Master (2022), donde aparece Donnie Yen.

Xianxia y xuanhuan

Sin dejar las novelas, existen otros dos géneros emparentados con el wuxia, como son el xianxia y el xuanhuan. No voy a entrar en demasiado detalle, pero digamos que estos subgéneros, ampliaban el espectro fantástico, con el xianxia o 'héroes inmortales', con dioses y demonios, y el xuanhuan, o 'fantasía misteriosa' que mezclaban la fantasía china con la extranjera. Y claro está que hubo y hay adaptaciones de novelas de los tres tipos básicos, con títulos como Zu: Guerreros de la montaña mágica (1983), Green Snake (1993) o Painted Skin (2008) En todas ellas, el uso de cables y de poderes mágicos son habituales, por lo que las técnicas marciales son sumamente imaginativas que las separan del cine de wuxia o del de kung-fu más clásico, además de tener, en muchas ocasiones, relaciones románticas entre los protagonistas, sobre todo en los dramas, o series de televisión.

Cine marcial en Hong Kong

Además de estos tres subgéneros, no podemos olvidar el cine puro y duro de kung-fu hongkonés. El cine de China está íntimamente relacionado con el de Hong Kong, pero las productoras hongkonesas le dieron un toque distintivo. Hong Kong fue colonia británica hasta 1997 y gozaba de una apertura, una fusión cultural, un sistema político y una bonanza económica muy lejos de la de la China de aquella época. Hong Kong fue el nexo de unión e hibridación con el cine y público occidental; así como de otros países asiáticos.

Las dos productoras más relevantes del cine hongkonés son la Shaw Brothers y la Golden Harvest, que han nutrido de títulos indispensables el cine marcial. Desde las sangrientas películas del director Chang Cheh (Los cinco venenos, El espadachín manco, Hermanos de sangre), pasando por las películas de monjes Shaolin de Liu Chia-Liang con el gran Gordon Liu normalmente a la cabeza (Las 36 Cámaras de Shaolin, El Luchador Invisible) o King Hu con ese toque casi de cine de autor con títulos como A Touch of Zen (1971) o Come Drink With Me (1966), además de las películas protagonizadas por estrellas como David Chiang o Jimmy Wang Yu.

Pero no todo es cine clásico. Tras triunfar este tipo de cine hasta la década de los setenta, llegaron los ochenta, actualizando estos conceptos, sobre todo en Hong Kong, en entornos contemporáneos y mezclando el kung-fu con el cine policíaco y las escenas arriesgadas más impresionantes, con títulos como Yes, Madam (1985), Ultraforce (1986), Al borde de la ley (1986), Comando infernal (1987) o Iron Angels (1987), por citar algunos clásicos que unían las artes marciales con la acción balística. Evidentemente, Jackie Chan debería salir aquí, pero ya hablaremos de Jackie más adelante.

Los noventa trajeron una revitalización del cine clásico, con Érase una vez en China (1991) a la cabeza, que nos trajo de nuevo la figura del legendario Wong Fei Hung, encarnado por Jet Li, comenzando una saga que continúa hoy en día, pero con Vincent Zhao como el famoso maestro del kung-fu hung gar, o Fong Sai Yuk (1993), también con Li. También el wuxia regresaría con sagas como Swordsman, con tres entregas, iniciada en 1990. De esta forma, tanto el cine de espadachines como el clásico de kung-fu y el de acción contemporánea seguirían regalándonos títulos para nuestro disfrute, convirtiendo a Hong Kong y a China en el epicentro del género.

Cine marcial en Japón: cine budo

Aunque el cine de kung-fu chino y hongkonés esté mejor considerado entre los aficionados al género, no se puede perder de vista el japonés, al que podemos denominar cine budo. Sin duda es el cine marcial más diferente de todos, cruzándose con el cine de autor clásico nipón y regalándonos auténticas obras maestras del cine.

Chambara

Dentro del cine marcial japonés también podemos encontrar subgéneros claramente diferenciados, comenzaremos con el chambara, o cine de samuráis. Este tipo de películas toman su nombre de la contracción de la onomatopeya del choque de espadas chan-chan y barabara, la de la carne al ser despedazada. No obstante, también podría encuadrarse en el denominado jidai-geki, literalmente 'drama de época', que normalmente se enmarca en el período Edo (1603-1868), con posibilidad de incluir períodos anteriores o posteriores.

Pero mientras el jidai-geki nos muestra la vida de samuráis, agricultores, artesanos y comerciantes, el chambara se centra más en el cine de acción de los samuráis. Su origen proviene del teatro shinkoko-geki, con acción dinámica y con toques realistas, en contraposición con el teatro tradicional nipón como el kabuki. En la década de 1920 comenzaron a aparecer este tipo de películas, destacando la labor del director Buntaro Futagawa con películas como Orichi (1925). Con temáticas que suelen cruzar el cine político e histórico, hemos podido ver grandiosas películas como La leyenda de los 47 rōnin (1962) o la trilogía samurái de Hiroshi Inagaki (1954-1955) narrando la vida de Miyamoto Musashi, un tema recurrente tanto en cine como en televisión.

La austeridad habitual del cine japonés se unía el bushido y el budismo zen con todas las connotaciones que aportan a la propia cultura japonesa. El minimalismo y el hieratismo ha imbuido al propio cine, con esos planos generales de larga duración, con esos diálogos pausados que han caracterizado el cine clásico y, por lo tanto, al propio cine de samuráis. Este mismo tono es común en muchas de las películas niponas, y también es normal debido a basar las técnicas de lucha en los enfrentamientos con katanas. Las escenas de lucha suelen ser menos vistosas, más cortas y con poco uso del tren inferior. Esto lo diferencia notablemente del cine marcial chino, que a pesar de usar espadas, mantiene el uso del resto de extremidades para sus coreografías.

No obstante, directores como Akira Kurosawa, al que han denominado muchas veces como “el director menos japonés de Japón”, han sabido darle más dinamismo a sus películas de samuráis, como la obra maestra Los siete samuráis (1954). De igual forma, dicha película contiene una secuencia que puede resumir todo esto, y es un duelo previo a formarse el grupo que da título al film, puro Bushido en imágenes. El chambara, siendo un cine tan arraigado en la historia de Japón, nunca ha dejado de contribuir a engordar la cinematografía local, y tenemos muestras más actuales como Zatoichi (2003) o Trece asesinos (2010), mucho más dinámicas que las películas clásicas y que han mantenido viva la llama samurái.

Ninja-eiga

Pero en Japón no sólo ha habido samuráis. El cine de ninjas, o ninja-eiga, tiene elementos diferenciadores respecto al resto del cine marcial nipón y una historia paralela, con largometrajes y cortometrajes desde el inicio del cine japonés. En 1916 está fechada la primera película de este subgénero, koga unôn ninjutsu kogaryû y, de nuevo, ha seguido añadiendo títulos hasta la actualidad. Los elementos fantásticos han podido acentuarse más que en películas sin los famosos shinobis, mostrando además sus técnicas de infiltración y marciales.

Una de las sagas más recomendables es la denominada Shinobi No Mono, con nueve entregas en total, iniciada en 1962 con Ninja: A Band of Assasins y que son además un recorrido por la historia del país a través de los ojos y vivencias de un ninja, el famoso Ishikawa Goemon, al que se le ha llegado a retratar como un Robin Hood japonés y que interpretó Ichikawa Raizo. Es un tema muy amplio incluso fuera de Japón, como veremos más adelante. Ejemplos más actuales de este tipo de cine los encontramos en Shinobi (2005) o Mumon: The Land of Stealth (2017).

Acción marcial japonesa

Antes de dejar Japón, podemos mencionar un tercer tipo de cine marcial, ajeno a los samuráis y ninjas. En el País del Sol Naciente nos encontramos con un cine de coreografías más contundentes, como el realizado por el tristemente fallecido Sonny Chiba, tanto en su cine de ninjas como en el puramente de Karate, del que era un auténtico maestro. Así lo muestra en títulos como The Street Fighter (1974) y la biografía de su propio senséi, Mas Oyama (fundador del estilo Kyokushinkai), Karate Bullfighter (1975), Karate Bear Fighter (1975) y Karate for Life (1977).

Su estilo poco ortodoxo, directo, contundente y brutal le convirtió en toda una estrella. Y mucho más aportó Chiba con su Japan Action Club, de donde salieron estrellas como Hiroyuki Sanada o Etsuko Shihomi, que solían aparecer en las películas de su mentor, Chiba. Otro actor a destacar fue Yasuaki Kurata, maestro de Karate que alternó una carrera entre Japón y Hong Kong en títulos como The Executioner (1974), o Dragon Princess (1976). Un ejemplo más reciente de este género es la maravillosa Kuro Obi (2007), una película de puro Karate, altamente recomendada donde se esquiva la espectacularidad “antinatural” en favor de un realismo estupendo.

Cine marcial en otros países asiáticos

He comenzado hablando del cine chino y hongkonés, es indudable que estas cinematografías han influido a otras. El cine tailandés ha bebido de Hong Kong mucho, ayudando a desarrollar su propio cine de acción usando kung-fu y haciendo escenas arriesgadas, pero intentando mantener cierta personalidad añadiendo el Muay Thai. Podemos hablar de Tony Jaa, pero realmente fue su mentor, Panna Rithikrai quien elevó el nivel del cine marcial tanto como actor, director y coreógrafo en los años ochenta con títulos como Born to Fight (1984), que tendría en 2004 un remake con él mismo como director, aunque no como actor.

Él mismo siempre se ha declarado admirador de Bruce Lee y de Jackie Chan, por lo que, viendo sus películas, es más que evidente esta inspiración hongkonesa que se prolongó con el salto al estrellato de su protegido, Tony Jaa. Ong Bak (2003), Thai Dragon (2005) y sus secuelas, añadieron el muay thai boran, un estilo clásico de lucha tailandés, a las acrobacias de Jackie o a las escenas arriesgadas, además de aportar una mayor contundencia en las peleas gracias al mencionado arte marcial.

Igualmente, países como Vietnam o Corea del Sur, han usado esta influencia, e incluso Indonesia, con Iko Uwais a la cabeza. De Vietnam tenemos películas como The Rebel (2007) o Cho Lon (2013), con Johnny Tru Nguyen como protagonista, o Sword of the Assassin (2012), de Victor Vu, donde se repite esta influencia. En Corea, a pesar de tener cierta identidad propia, podemos ver homenajes al cine hongkonés en la maravillosa City of Violence (2006) El uso de artes marciales locales no evita que se vean estos paralelismos hasta en el uso de cables, siendo la mayor diferencia el uso de artes marciales autóctonas, pero con cierta temática y estilo visual sacado directamente del cine marcial chino.

Cine marcial de la conexión Oriente-Occidente

Tras leer el principio del artículo te habrás preguntado por la ausencia, en el cine chino y hongkonés, de Bruce Lee y Jackie Chan. El motivo es que sus carreras, aunque es evidente que transcurrieron en Hong Kong, con el pasar de los años se han convertido en un puente entre el cine marcial de la ex-colonia británica y occidente.

Bruce Lee

Durante 1966 y 1967 Bruce Lee co-protagonizó la serie El Avispón Verde en Estados Unidos, llevando el kung-fu (y los nunchakus) a la acción occidental. Tras su paso por diversas series de televisión, terminó por volver a Hong Kong donde protagonizaría en 1971 Kárate a muerte en Bangkok, iniciando así su explosiva, por lo efímera en duración y potente en impacto, carrera en el cine de artes marciales.

La irrupción del Pequeño Dragón en 1971 trajo aire fresco al género, con peleas mucho más directas y técnicas expeditivas. Trabajar en Estados Unidos le llevó a conocer la industria desde otra perspectiva, sumada a su experiencia en el cine hongkonés cuando era un niño. Es más que evidente que sus películas tenían un pie en occidente, algo que terminaría por acentuarse en 1973 con Operación Dragón. Esta obra fue la primera película occidental (co-producida por Hong Kong) con un actor chino como protagonista, aunque se incorporasen estrellas como John Saxon o Jim Kelly para repartir el protagonismo.

El éxito de Bruce en su película póstuma llevaría a las artes marciales chinas a tener una gran popularidad en occidente, creando esta hibridación que se prolongaría en otros subgéneros como la explotación negra (blaxploitation), además de crearse la Bruceploitation un tema sumamente extenso, tanto como para que Iván haya escrito un libro al respecto: Bruceploitation: los clones de Bruce Lee.

Jackie Chan

Por otro lado, Jackie Chan, tras su éxito en 1978 con La serpiente a la sombra del águila y El mono borracho en el ojo del tigre, añadió el humor, desarrollando una carrera que tenía conexiones con el cine occidental, sobre todo por la influencia del cine mudo de Harold Lloyd o Buster Keaton. Además fue desarrollando unas técnicas coreográficas más amplias, con un uso muy intenso de los elementos de los decorados y del propio humor. Ya no estábamos ante un héroe invencible con uso (y a veces abuso) de cables.

Todos estos conceptos crearon el estilo Jackie Chan. No es que el uso de los elementos del escenario o el humor no hubieran estado presentes anteriormente en el cine hongkonés, directores como Liu Chia-Liang ya habían añadido esto al cine marcial, pero con un impacto infinitamente más reducido.

Jackie intentó conseguir el éxito en Estados Unidos con películas como La furia de Chicago (1980) o El protector (1985), además de sus dos colaboraciones en Los locos de Cannonball (1981 y 1984). Estas películas, aunque mantenían las coreografías habituales de Jackie, abogaban por un estilo demasiado occidentalizado. Duro de matar (1995) fue la película que le dio el éxito internacional, manteniéndose fiel a su estilo, pero con un ojo puesto en occidente.

Esto provocaría el inicio de una carrera paralela entre Hong Kong y Estados Unidos, con títulos como Hora punta (1998), Shanghai Kid (2000) o El esmoquin (2002). En estas películas se relajó el estilo puramente hongkonés, integrando elementos propios al cine comercial norteamericano. De esta forma Jackie se convirtió en toda una estrella internacional y provocando una avalancha de películas occidentales con artes marciales, uniéndose a la fiebre por el kung-fu provocada por Matrix (1999), con Yuen Woo Ping como coreógrafo.

Este tipo de creaciones nacidas del amor cinematográfico entre Hollywood y Hong Kong tienen entidad propia y suficiente como para considerarse un subgénero dentro del cine de artes marciales. Kung-fu, cables, humor, uso de los elementos del escenario, equilibrios extremos y efectos digitales, son sus principales señas de identidad.

Esto se puede apreciar en el cine hecho en occidente por parte de Jet Li y títulos como Romeo debe morir (2000) o El único (2001), sin olvidar sus películas francesas como El beso del dragón (2001) y Danny the Dog (2005). Incluso podemos ver esta mezcla en Daredevil (2003), en Los ángeles de Charlie (2000) o Scooby-Do (2002), que usaron a coreógrafos hongkoneses para las escenas de acción.

Cine de artes marciales de origen occidental

Las diferencias culturales entre Asia y occidente hacen que el lenguaje cinematográfico cambie, atendiendo a lo que el espectador reclama. Una de las principales diferencias a la hora de plasmar el cine marcial en occidente, es la manera en la que los directores y editores suelen mostrar las técnicas, especialmente en el cine más comercial.

Planos cerrados y un montaje picado, es decir, muchos planos para cada técnica. Aunque esto pueda dar una sensación de fluidez, obliga a cortar en cada golpe, ya sea para mostrar la misma patada o puñetazo desde distintos puntos de vista buscando dar un ritmo endiablado a la secuencia, pero lejos de dejar una fluidez real y física a la coreografía.

Acción marcial estilo Hollywood

La repetición de planos de un golpe y las patadas en salto ralentizadas son toda una seña del cine de acción marcial temprano de occidente que ha llegado hasta nuestra época. No siempre es así, está claro, pero sin duda es algo que diferencia bastante el cine marcial occidental del oriental. Es lo que podríamos denominar acción marcial estilo Hollywood, el cual podemos dividir a su vez en varias categorías.

Héroes de acción

Chuck Norris, Jean Claude Van Damme o Steven Seagal, las grandes estrellas del género en los ochenta y noventa son los grandes ejemplos de héroes de acción. Aunque los tres son grandes artistas marciales, podemos ver una evolución en su cine, comenzando con el puro marcial para pasar a una acción que añade armas de fuego y otros conceptos modernos a las artes marciales.

Norris nos ofreció Fuerza 7 (1979) en sus inicios como estrella occidental, seguida de Duelo final (1980), precursora del fenómeno ninja (del que hablaré un poco más adelante), para pasar a títulos como McQuade, Lobo Solitario (1983), Invasión USA (1985) o Delta Force (1986) donde la acción balística encontraba un equilibrio con la marcial.

Van Damme hizo lo propio logrando el éxito con Contacto Sangriento (1988), Kickboxer (1989) o Lionheart, el luchador (1990) para empezar a empuñar pistolas con la misma facilidad que da su patada en salto con Soldado universal (1992), Blanco humano (1993) o Al límite del riesgo (1996). Además, lo que comentaba antes de repetir el mismo golpe desde diferentes ángulos se convirtió en marca de la casa, dramatizando así algunas de sus patadas más emblemática.

Seagal, por su parte, siempre ha mantenido ese equilibrio entre la acción balística y sus técnicas de Aikido debido a los personajes que interpretaba. Y es que en occidente, los héroes de acción solían, y suelen, ser policías, militares o exmilitares, un rasgo definitorio y diferenciador de Asia, donde podíamos ver a expertos en artes marciales con trabajos normales ajenos a las fuerzas de seguridad.

Otro ejemplo más actual es la saga de John Wick, donde el entrenamiento en jiu-itsu brasileño y otras disciplinas de Keanu Reeves contribuyen a ver estupendas secuencias de acción en cada entrega de la franquicia.

Ninjas americanos

Por otro lado, tuvimos el boom ninja de los años ochenta. En 1981, de la mano de la Cannon, se estrena La justicia del ninja (1981) siendo un éxito y presentando al actor ninja más reconocido a nivel internacional, Sho Kosugi, al mundo. Esta fue la primera película de la trilogía Ninja de la Cannon con La venganza del ninja (1983) y Ninja III: la dominación (1984).

La productora continuaría explotando el filón con la saga del Guerrero americano (1985) y sus cuatro secuelas posteriores. Evidentemente no fue la única productora en usar a los ninjas, por algo podemos hablar de todo un boom. De hecho, el auge ninja llegó mucho más allá del cine: cómics, novelas, juguetes, videojuegos o en ámbitos más exóticos como los juegos de rol. Había ninjas por todas partes, incluso de repente, ciertos personajes clásicos de cómics empezaban a usar técnicas y armas ninjas o se desvelaba que habían sido entrenados en esas artes.

Durante los 80 y los 90 pudimos disfrutar de muchísimos títulos más, como Los asesinos de Sakura (1987), Force Samurai (1988), Asesinos silenciosos (1988), Lethal Ninja (1992), Surf Ninjas (1993), con Ernie Reyes Jr, o Presa de la Secta (1995), con Christopher Lambert, sin olvidar a las tortugas ninja, acercándose al público juvenil a partir de 1990 con la primera película.

Entre las muestras más modernas destacan las dos entregas de Ninja, con Scott Adkins, a partir de 2009 o Ninja Assassin (2009), que recuperaba a Sho Kosugi, aunque como villano. Todas estas muestras estaban occidentalizadas, prescindiendo de ese acercamiento a la historia de Japón que veíamos en el cine ninja nipón.

Superhéroes marciales

Por otro lado, tenemos el cine de superhéroes, que añade las artes marciales a prácticamente todas las películas de este subgénero. Por un lado, podemos observar que hoy en día prácticamente no existe un superhéroe que no sea capaz de repartir guantazos en base a uno o múltiples artes marciales. Tienes más información sobre esto en nuestros artículos sobre Los mejores artistas marciales de Marvel y Los mejores artistas marciales de DC.

La versión actual de personajes como Viuda Negra, el Capitán América o Batman, usan auténticas técnicas de artes marciales en sus secuencias de lucha tal como se emplearían en películas de acción de artes marciales. Prácticamente todos los héroes en mallas necesitan usar este tipo de artes de combate en sus enfrentamientos con los villanos de turno, enriqueciendo así este tipo de secuencias.

Por otro lado, también contamos con películas donde el rasgo distintivo de los superhéroes es precisamente su conocimiento en artes marciales y entre estas destaca Shang-Chi que en su adaptación de 2021, se mantiene fiel a los cánones puramente marciales. De esta forma, los superhéroes occidentales empiezan a parecerse a los que marca la tradición China, en el sentido de que, además de otros poderes, parece que todos saben “repartir estopa”. Además, los superhéroes (y supervillanos) occidentales, en su mayoría, basan su forma de pelear en artes marciales orientales; salvo honrosas excepciones como el campeón de savate de Marvel, Batroc el Saltarín.

Cine marcial de torneos

Repasando el cine marcial occidental nosotros hemos identificado una categoría más, el cine de torneos.

Torneos de artes marciales clásicas

Tenemos torneos clásicos, digamos, de corte más realista. Contacto sangriento (1988) puede ser uno de los títulos más emblemáticos, con varias secuelas, la copia de Don ‘The Dragon’ Wilson, Bloodfist (1989), la saga de Campeón de campeones (1989), El ring de la muerte (2002) o el clásico Karate Kid (1984).

Torneos de artes marciales fantásticos

Junto a este subgénero tenemos también los torneos con tintes sobrenaturales o fantásticos, normalmente basados en videojuegos de lucha e incluso anime japonés. Mortal Kombat, con una primera saga iniciada en 1995 y una nueva adaptación el pasado 2021, Dead or Alive (2006) o Tekken (2010). No pasó lo mismo con Street Figher (1994), de Van Damme, que dejaba fuera el tema de los torneos, aunque estuviera basado en el mítico videojuego de lucha de Capcom.

Cine de MMA

Para terminar, tenemos las películas centradas MMA. Con el éxito de Invicto 2 (2006) con Michael Jai-White y Scott Adkins, algo tambaleó los cimientos del género. La incursión de las artes marciales mixtas, o MMA, aportaron una novedad técnica al cine marcial, por lo que comenzaron a aparecer movimientos propios de estos combates en numerosas películas.

A los que no conozcan o no sean muy partidarios de este tipo de combates, puede resultarles algo menor, pero lo cierto es que se ha producido una notable cantidad de películas en los últimos años. Jai White y Adkins dieron el salto a primera línea, aunque fuese en la serie B, siendo Adkins quien mantiene actualmente el título de rey del cine marcial occidental.

Esto provocó la aparición de multitud de películas, entre las cuales destaca el drama Warrior (2011), a la que acompañan una gran cantidad de títulos de serie B como Supreme Champion (2010), Beatdown (2010) o Asalto final (2014). Estas películas suelen estar protagonizadas por auténticos luchadores profesionales de MMA en su reparto, además de alguna cara conocida de Hollywood para dar de mayor empaque al producto. Bruised (2021), de Hale Berry es una de las películas de este género más recientes que ha gozado de repercusión internacional.

No hay una única forma clasificar el cine de artes marciales

Como podéis ver, el cine marcial nos ha ofrecido muchos subgéneros, muchos conceptos diferentes que han ido enriqueciendo este tipo de cine. Nosotros lo hemos clasificado de esta forma, pero insistimos, es nuestro punto de vista y entendemos que podría hacerse de otra forma y que en el futuro seguramente evolucionen o surjan cosas nuevas.

Nuestro enfoque es didáctico, así que esperamos que haya resultado útil, especialmente para las personas con un conocimiento más somero o incluso nulo del cine marcial. Lo más destacable para nosotros es que hoy en día las artes marciales pueden aparecer en todo tipo de películas sin que el público se extrañe. El cine de artes marciales ha avanzado mucho, pero también ha influido en otros géneros, en beneficio de todo el público, proporcionando un amplio abanico de posibilidades.